Mi amor, Hoy me toca despedirte, aunque en realidad no creo que pueda hacerlo nunca del todo. Porque fuiste mucho más que una mascota. Fuiste mi compañía en los días más difíciles, mi alegría en los momentos simples, mi consuelo cuando todo parecía derrumbarse. Fuiste mi hogar en forma de vida. No tengo palabras para agradecerte todo lo que me diste. Tu amor incondicional, tus miradas que decían más que mil palabras, esa manera tuya de saber siempre cuándo necesitaba tu presencia. Gracias por esperarme cada día, por hacerme reír, por acompañarme en mis silencios. Me ayudaste a sanar cosas que ni siquiera sabía que estaban rotas. No sé cómo será la vida sin vos. Sé que voy a buscarte sin querer en los rincones de la casa, en los sonidos del día, en los espacios vacíos del alma. Sé que me va a doler, porque amarte fue una de las cosas más hermosas que me pasaron. Y aunque ya no estés conmigo físicamente, toda la vida te voy a llevar en mi corazón. Porque el amor verdadero no se va, se transforma. Y vos, mi amor, te convertiste en parte de mí.
Gracias por cada momento. Gracias por elegirme.
Te amo para siempre y te voy a extrañar toda la vida.